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Se nos echa encima la digitalización, no tanto por los programas del gobierno sino porque ya es primavera (digital) y el invierno (analógico) muere y se ha lanzado todo.
Es sencillo encontrar relaciones entre este proceso, imparable, de la digitalización y las medidas de conciliación, en seguida pensamos en el teletrabajo, etc. Pero todo no está tan claro.
Es conocida la lucha contra el presentismo que se ha desarrollado desde las teorías de la conciliación (y de la eficiencia, por tanto, no lo olvidemos), pero esa palabra puede confundir cuando hablamos de “presencia”, algo completamente distinto. Presencia es un estado que permite entrar en sintonía y ser capaz de expresar cómodamente nuestros verdaderos pensamientos, sentimientos, valores y potencial; la Presencia emerge cuando nos sentimos personalmente poderosos, lo que nos permite estar en sintonía aguda con nuestro ser más sincero (lo conceptos los he tomado prestados de A. Cully) Pero para tener Presencia es necesario, imprescindible, estar presente, es decir, convivir con nuestro medio socio laboral. La extensión ilimitada de la digitalización puede traer soledad, perdida de Presencia y pérdida de productividad.
Va a haber más trabajo a distancia, por las facilidades del HW, por los sistemas en nube y por los aplicativos que permiten trabajar desde cualquier punto, pero como hemos visto con un coste de presencia y un coste de pérdida de aprendizaje por falta de tribu (sinceramente no creo que la tribu digital responda, antropológicamente, al modelo)
La brecha digital entre trabajadores se va a agrandar. Esta brecha NO es generacional, lo tengo comprobado, es una brecha que nace de la preparación y de la cultura digital. Los jóvenes NO son nativos digitales (usar una red para quedar a tomar cerveza o circular fotos crueles, no es una natividad digital) Muchos trabajadores van a sufrir en sus puestos o lo va a perder despistados ante la ola digital, van a tener que dedicar as horas, mas angustia, van a perder calidad de vida (y ese debería ser el resultado de la conciliación)
El gran hermano digital aumentará, muy posiblemente, el grado de disponibilidad en relación al trabajo. La facilidad de conexión unido a la globalización (los usos horarios no los tira ni Maduro) va a complicar mucho que el trabajador pueda estar con su familia de una formada planificada y esperada. El efecto se acentuará si los “nuevos” modelos laborales (repartidores de mercancías vendidas por internet, Uber, etc.) se extienden con trabajadores, autónomos o no, trabajando por horas discontinuas.
Sin duda no ayudará en nada la (maldita) cultura del low cost a la que continuamente jaleamos mientras nuestro avión se estrella sin combustible porque el carburante es muy caro… La obligada (¿) reducción de precios finales, a toda costa, a cualquier coste, se beneficiará de la digitalización, a cambio de profundizar en la perdida de la calidad, la bajada de salarios y el aumento de las golferías en los precios que subyacen de las aparentemente bajas tarifas así como los momentos “sangrantes” cuando el cliente está atrapado y el proveedor lo sabe (un vuelo Madrid-Pamplona para mañana vale 600 euros, si pido el precio hoy, en turista)
Todo no va a ser negativo, claro que no, pero es necesario evitar lo que yo he llamado, humildemente, el deslumbramiento digital, es decir, considerar que todo lo digital es bueno por el hecho de ser digital.
Vamos a ver unas cosas que sí van ayudar. Las video-conferencias, porque van a reducir los viajes en los que no duermes en casa, porque van a permitir ver los profesores de tus hijos sin romper tu jornada laboral. Porque te van a permitir ver a tu familia cuando no tengas más remedio que estar fuera. También porque nos pueden permitir, ¿Por qué no?, ver cómo están nuestros hijos en un campamento o en el colegio. Las TIC van a permiten el teletrabajo, y puedo cuidar a mi padre enfermo, manteniendo bastante al día mis responsabilidades profesionales. Los teléfonos me van a permitir localizar por seguridad a mi familia, así como transferir dinero a quien lo necesite de ellos, estén donde estén. El big data (con otras herramientas) va a permitir mejora la medida del rendimiento del trabajo, con lo que se facilitará regular los descansos o el propio ritmo de trabajo. Los procesos de compra a distancia, más los procesos de compra “auoalimentada” reducirán el tiempo destinado fuera de casa a llenar la nevera (aunque se mantendrá, al menos a corto plazo, el problema de las entregas.