Un servidor de ustedes no tiene la respuesta a cómo incrementar la productividad de la universidad pública en España. Busquen por ahí gurús de esos pero no este blog, aquí solo puedo ofrecer esfuerzo, vocación y experiencia, mis lecciones aprendidas.
Por cuarto año, mis alumnos de la Universidad Complutense de la asignatura de Organización y Seguridad Industrial han presentado sus trabajos en los que han desarrollado un modelo de negocio para proyectos de origen biotecnológico. La asignatura, OSI para los amigos, la comparto con Francesco Sandulli (CC. Económicas de la UCM) y mis compañeras de departamento M. J. Valderrama y M. Siloniz, todos bajo las batutas de las jefas del máster, Covadonga Vázquez e Isabel de la Mata.
OSI trata, con toda humildad, de dejar en los alumnos un barniz industrial y empresarial, que les ayude a hablar el lenguaje empresa en el futuro (futuro mucho más cercano de lo que les parece a ellos en este mundo en donde está mal visto no ser un puñetero pesimista) Por eso, entre Francesco que les forma en eso que a veces se ve por ahí como “finanzas para no financieros” y un servidor (ambos llevamos la carga docente principal), que les habla de organización, riesgos y sobre todo innovación, conseguimos una razonable éxito, que con la ayuda inefable de nuestras compañeras, ha conseguido dos años seguidos el premio Innovaempre de la Complutense (algo debe de tener el agua cuando la bendicen)
Este año ajustamos como todos los años el programa (a lo bruto, nada de pasar por la burrocracia) e introdujimos, un poco con calzador, las metodologías agiles. Era un camino lógico cuando el 60% de la nota de los chicos en un “bussines case” elaborado a partir de un idea (les pedimos dos y les elegimos una de ellas; sí pone “les elegimos” no hay que votarlo todo) biotecnológica, que tenga una base real, aunque sea mínima, pero real (una cosa es usa un poco la intuición y otra un taller literario)
Aquí estamos «casi» todos
El primer curso, hace ya cuatro años, fue la primera y grata sorpresa, ya que con apenas 30 horas lectivas (de «teoría») la calidad y originalidad de los trabajos nos dejo sorprendidos y animo (muchísimo) al equipo de profesores. Los chicos son capaces de encontrar productos de gran impacto y de desarrollar modelos de negocio de una gran viabilidad (bussines angels bienvenidos)
Como decía (perdonen que ya regreso de Úbeda y sus cerros) este año, dentro de la mejora continua del programa, introdujimos una pequeña formación en agilidad con un meteórico paso por scrum. Creo, honradamente, que conceptos como las cajas de tiempo limitadas, el mínimo producto viable, la iteración, la gestión visual, etc., han calado en los chicos. Seguramente no de una forma consciente, no creo que ninguno se crea un “scrum master” (bueno es que no lo son, para empezar), pero si de forma intuitivita, calada en su pensamiento de trabajo, la agilidad está ahí.
Les comento brevemente los trabajos de este año, para que se hagan una idea:
- Crema anti edad, que usa una proteína anticongelante de los peces del Artico.
- Cubos de hielo que son capaces de inhibir las drogas de abuso sexual más utilizadas por los delincuentes.
- Pienso para piscifactorías que usa insectos en lugar de harina de pescado, evitando el expolio de especies para un producto de bajo valor añadido.
- Un detergente de ropa que deshace los microplasticos de PET
- Un complemento nutritivo que alivia en minutos los efectos de la resaca
- Tiras para la detección rápida de alérgenos en alimentos. Un yogurt capaz de acabar con la acrilamida (cancerígena) del organismo.
No me dirán que no dan ganas de sacar la chequera e invertir en varios de ellos… Téngase en cuenta que todos ellos tienen una base tecnológica viable y real, no se trata de literatura fantástica ni mucho menos.
Creo que el esfuerzo que hace todo el equipo de OSI, enfocado a una formación profesionalizante, pero de verdad, de los alumnos, se ve compensando con este retorno que muchas veces ni ellos mismos creen. ¿Se puede extender? Claro, eso sí me parece sencillo: aligerando la burocracia, mirando al mercado de trabajo y a las necesidades de las empresas, contratando profesorado entusiasta y profesional, apoyando a los mejores alumnos y mezclando la sociedad con el aula (para el curso que viene, si no me han echado) me comprometido con el gran David Martí a abrir las presentaciones a la sociedad, vernos como nos va.
Por cierto, con el premio del 2018, compramos algo de merchandaising de la UCM para los alumnos y una Tablet para cada miembro del equipo que presentó el mejor proyecto. Para ser la universidad pública no está mal. Digo yo.
Publicado originalmente en blog EOI bajo licencia CREATIVE COMMONS.