El 30 de mayo del año pasado, los ministros con competencias en política urbana de la Unión Europea firmaron el Pacto de Amsterdam donde acordaron elaborar una Agenda Urbana Europea que otorgue a las ciudades (entendidas de forma amplia) y a las autoridades urbanas, un papel central en el desarrollo de una Europa inteligente, sostenible e inclusiva. Esta Agenda, aún en redacción, se basa en numerosos antecedentes y procesos consultivos que en los últimos años han impulsado la dimensión urbana de las políticas europeas y han avanzado en la definición de los principios urbanos que Europa debe desarrollar y difundir. Cabe destacar algunos documentos y acuerdos recientes como la “Leipzig Charter on sustainable European cities” (2007), que estableció objetivos y valores de las ciudades europeas, o la «Declaración de Toledo», que expresó cómo estos objetivos se podían conseguir y reafirmó el papel instrumental de las ciudades en el desarrollo de la estrategia Europa 2020.
Esta agenda reconoce, pues, una realidad ineludible: estamos en un continente urbano que cada vez lo será más y, por tanto, los problemas a los que se enfrenta tienen origen, concentración y solución a esta escala. Así, los documentos realizados hasta ahora para la Agenda reconocen que las ciudades se deben involucrar en la concepción y la implementación de las políticas Europeas, al tiempo que éstas se deben adaptar mejor a las realidades urbanas donde se llevan a cabo. Esta realidad no se limita a Europa, si no que tiene un alcance global: así, la ONU está trabajando, en el marco de su programa de ciudades Habitat, en una nueva agenda urbana mundial, que deberá ser aprobada en octubre, en el marco de la tercera conferencia de la ONU sobre Vivienda y desarrollo Sostenible (Habitat-III), y con la que la Europea está desarrollando sinergias. En ambos casos, se quiere elaborar una agenda consensuada entre distintos agentes y que contribuya a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
Del trabajo hecho hasta el momento sobre la Nueva Agenda Urbana Europea destacamos dos grandes conceptos guía: la necesidad de articular políticas integradas y el importante papel de la colaboración entre agentes sociales. Sobre la primera, se reconoce que uno de los grandes desafíos de la política urbana (y de las políticas europeas con esta dimensión) es conseguir reducir su elevada sectorialización, lo que reduce las oportunidades de crear sinergias entre sectores y afecta la eficiencia y eficacia de las mismas. Desarrollar políticas integradas que tengan en cuenta de forma holística las dimensiones económicas, sociales, de planificación, medioambientales… es difícil y por ello la Agenda establecerá elementos para su fomento, favoreciendo, por ejemplo, el desarrollo de indicadores de resultado integrales.
La Agenda también quiere ser una iniciativa colaborativa; se deja claro que no será un documento dirigido ni por la UE ni por los estados miembros, sino por un instrumento de gobernanza multi-nivel, donde cada agente (estados, UE, ONGs, autoridades urbanas, sociedad civil, empresas…) podrá participar en la elaboración e implementación de planes e iniciativas.
En este sentido, se crearán doce partenariados, cada uno con la participación de 15 a 20 agentes, colaborando como iguales para tratar 12 temas prioritarios. Estos temas (ver cuadro) han sido seleccionados después de un proceso consultivo, y están guiando y guiarán la política europea dirigida a ciudades en los próximos años, como se ha visto en la reciente convocatoria de las UIA (Urban Innovative Actions). Actualmente se están llevando a cabo cuatro partenariados piloto, donde la Comisión Europea, los Estados Miembros y las ciudades (junto con otros agentes) trabajan para asegurar que la dimensión urbana se refuerza en las políticas europeas en relación a la calidad del aire, los refugiados, la pobreza urbana y la vivienda.
A finales de 2016 se iniciaran los partenariados restantes y al acabar 2017 se contará con un informe elaborado por la comisión Europea.
Por último, cabe destacar dos elementos más que definen la nueva agenda urbana y que sin duda tendrán impacto en cómo se distribuyan los fondos para ciudades en los FEDER y los fondos de inversión (ESI). En primer lugar, los objetivos de desarrollar una mejor regulación (menos burocrática, más ágil y transparente, con amplio consenso), una mejor financiación (integral, que se dirija a los temas prioritarios definidos y orientada a ciudades) y mejor conocimiento (un adecuado seguimiento y análisis de las iniciativas desarrolladas y su impacto en la resolución de problemas, y favorecer su difusión). En segundo, el reconocimiento del papel de las ciudades pequeñas y medianas y de los desafíos específicos que presentan, frente a las grandes áreas metropolitanas. Los próximos meses serán pues cruciales para conocer mejor como se va concretando esta nueva agenda urbana europea.
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