¿Quién de nosotros no se siente abrumado o nervioso con los cambios que han llegado con el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) del pasado 25 de mayo? Todos nos preguntamos “qué saben exactamente de nosotros, cómo pueden utilizarlo, quién más puede acceder a nuestros datos personales…”
Cada día aumentan exponencialmente el número de dispositivos electrónicos de nuestro entorno conectados a internet: el teléfono móvil, el reloj, la pulsera de actividad, el coche, los electrodomésticos, etc., y lo mismo ocurre con los servicios a los que solemos recurrir: presentar a declaración de la renta, operar con nuestro banco, reservar viajes o citas en establecimientos, pedir comida a domicilio… Ya no tiene tanto sentido hablar de dispositivos conectados sino más bien, de personas conectadas. Buena parte de los servicios que utilizamos en la red se prestan gracias a la cantidad de información y datos personales que nosotros mismo aportamos, tanto a las empresas que ofrecen los servicios como a otros usuarios, por lo que debemos ser conscientes de los riesgos que esto puede suponer para nuestra seguridad y privacidad. En esta línea, Fatemeh Khatibloo, un analista de Forrester piensa que las prácticas de recopilación de datos seguirán aumentando en los próximos años.
Ahora más que nunca, se hace necesario que la legislación en esta materia deje de estar obsoleta y que se ajuste a la nueva realidad tecnológica. Para intentar regular esta jungla y proteger nuestros derechos, la UE acaba de publicar el famoso RGPD que se aplica sobre el procesamiento de los datos de carácter personal, lo que supone una amplia gama de operaciones, por medios manuales o automatizados como la recopilación, registro, organización, estructuración, almacenamiento, adaptación o alteración, recuperación, consulta, uso, divulgación por transmisión, difusión o disposición, alineación o combinación, restricción, eliminación o destrucción de datos personales.
A nuestro juicio, lo más valioso del RGPD es que erradica el tratamiento abusivo que se venía realizando de nuestros datos personales, ya que nos permite retomar el control de su uso. Además, se han ampliado nuestros derechos, como es el caso de posibilidad de poder efectuar la portabilidad de nuestros datos, la limitación del tratamiento, la supresión -más conocido como derecho al olvido- y el más novedoso que es el derecho a no ser objeto de una decisión basada únicamente en el tratamiento automatizado, como es la elaboración de perfiles.
A día de hoy, cada responsable tendrá que aplicar las medidas técnicas y organizativas apropiadas para garantizar y demostrar que el tratamiento de datos personales que lleva a cabo cumple con las premisas del Reglamento. Esto qué significa, pues que entran en juego tres principios esenciales: la conducta proactiva, la asunción de responsabilidad y la rendición de cuentas. En este sentido, todo aquél que lleve a cabo un tratamiento de datos personales debe establecer las medidas apropiadas y pertinentes a la tipología de datos que trate. Para ello, deberá revisar con periodicidad tales medidas y realizar actualizaciones que denoten que el sistema está vivo. La libertad en este campo es amplia y permite adaptarse a las necesidades de cada organización en cada momento; sin embargo, la pasividad en esta tarea continua sí que podrá acarrear sanciones.
Por otro lado, una figura reforzada por el RGPD es el Delegado de Protección de Datos, cuya función primordial consiste en ayudar y supervisar a la organización en la que se encuadre el adecuado cumplimiento del Reglamento. Su implantación no es obligatoria salvo en ciertos supuestos explícitamente tasados, pero sí que resulta recomendable que las organizaciones cuenten con dicha figura para garantizar a los interesados que sus datos se tratan y se protegen de la manera correcta y con todas las garantías.
En resumen, las nuevas medidas vienen inspiradas por la transparencia para que la información se nos proporcione con un lenguaje claro y sencillo que facilite el ejercicio de nuestros derechos. Los ciudadanos recuperamos así el poder sobre nuestra intimidad y la libertad para decidir cómo queremos que sea tratada en las redes de un mundo cada vez más globalizado y omnipresente.Autores: