Antes de la pandemia de COVID-19 se estaba experimentando un auge de este tipo de sellos o declaraciones, ya que el consumidor estaba mucho más interesado en la influencia que la alimentación puede tener en su salud. Así mismo, entre los consumidores existía ya la creciente preocupación por cuidar el medio ambiente y garantizar sistemas más éticos de comercio.
Ese interés por la relación entre alimentación saludable y sostenibilidad ha crecido exponencialmente desde el inicio de la crisis causada por la pandemia, ya que ha puesto sobre la mesa la realidad de la influencia negativa que las actividades humanas tienen sobre los ecosistemas y la naturaleza. Esta crisis ha producido un cambio de mentalidad entre muchas personas, está por ver si definitivo o pasajero, pero muchos se han planteado si otro modo de vida es posible.
¿Y cómo se traduce esta aceleración en el cambio de tendencias en el sector de la alimentación?
A nivel comercial las empresas están trabajando en obtener certificaciones relacionadas con el medio ambiente y la sostenibilidad a fin de cubrir el nicho de mercado que se ha abierto con este cambio de mentalidad.
La oferta de sellos o certificaciones a los que optar son múltiples: relacionadas con la reducción de residuos, del impacto en el medio ambiente que la producción de los alimentos pueda tener, dietas basadas en alimentos de origen vegetal, el bienestar animal y un largo etcétera.
Es una moda que parece que ha llegado para quedarse ya que, aunque en origen pretendamos ganar consumidores, es una clara situación de win-win en la que el medio ambiente y por tanto todos nosotros, también vamos a resultar beneficiados.
¿Y a nivel gubernamental?
Tal y como explicábamos en otro post, la UE está avanzando en aunar sostenibilidad y alimentación con su estrategia De la granja a la mesa, dentro del Pacto Verde Europeo.
La transición hacia sistemas alimentarios más sostenibles vendrá acompañada en los próximos años de acciones como trabajar por un etiquetado frontal que no solo incluya aspectos nutricionales para elegir dietas saludables, sino que se complementará con datos climáticos, medioambientales y sociales de esos productos. El etiquetado de alimentos sostenibles pretende ser un modelo que inspire a su vez a países fuera de la UE ya que esta lucha debe ser a nivel mundial.
Tanto a nivel europeo como local, también se está trabajando para reducir por ejemplo el desperdicio alimentario.
En Europa cada año se desperdician 88 Tn de alimentos, el equivalente al 20% de la producción alimentaria anual. La producción y el procesado constituyen el 30% del desperdicio. Reducirlo es trabajar por un sistema productivo más sostenible y también es una oportunidad de mercado para las empresas al poder optar a obtener alguna certificación en sostenibilidad, así como mejorar su productividad. La tendencia en el aumento de certificaciones está mostrando este cambio de mentalidad empresarial tan beneficiosa para todos
El desperdicio alimentario en el hogar y en el sector servicios constituye 65% del total. Desde las administraciones, empresas, asociaciones, organizaciones sin ánimo de lucro debemos trabajar por la educación de la ciudadanía ya desde las primeras edades, hacer público este asunto para fomentar la consciencia y así el cambio de mentalidad acompañándolo de mejoras en la comprensión del etiquetado para reducir este porcentaje tan alarmante.
Desde Prysma te podemos ayudar a elegir la certificación que más se ajuste a tus necesidades, así como ayudarte a iniciar el cambio hacia la sostenibilidad.
Cristina López Vílchez es una de nuestras consultoras en seguridad alimentaria y trabaja en nuestra oficina de Barcelona.