Sin duda, “Economía circular” es un término que nos resulta más que familiar; un concepto que parte de la idea de intentar evitar el agotamiento de los recursos naturales, y que tiene como objetivo disminuir los grandes volúmenes de residuos que se acumulan. Se trata de sustituir el modelo lineal basado en “extraer – fabricar – consumir – desechar” por uno que permita que tanto los recursos materiales como energéticos permanezcan el mayor tiempo posible en el ciclo productivo. Un cambio de paradigma para “cerrar el ciclo de vida” de los productos o servicios, reduciendo las emisiones a la atmósfera y evitando futuros daños irreversibles en el medio ambiente.
El pasado mes de septiembre se firmó el Pacto por una Economía Circular, promovido por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPAMA) y el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad (MINECO). Las entidades firmantes, cuyo número se ha incrementado desde entonces hasta las 235[1], se comprometen a reducir el uso de recursos naturales no renovables, promover pautas que incrementen la eficiencia de los procesos o la incorporación de criterios de ecodiseño que permitan la reparabilidad de los bienes producidos (prolongando su vida útil)… Diez acciones diferentes que impulsen la transición para que una economía circular pueda ser realmente implantada.
El compromiso de las empresas públicas y privadas, es un gran avance, aunque la economía circular es un desafío colectivo que debe marcar la hoja de ruta de las futuras décadas.
Una vez asumido el acuerdo, el siguiente paso es ponerlo en marcha, con la necesaria colaboración de todas las partes. Se requiere la intervención de todos los agentes que de alguna forma participan en el ciclo de vida de cada producto o servicio (representantes de todos los sectores económicos, institucionales y sociales), y en todas las escalas (el consumidor es una parte fundamental de este modelo). Apostar por el consumo responsable, invertir en diseño sostenible, implantar medidas para la gestión adecuada, o adoptar estrategias eficientes, es un deber de todos y de todas las entidades.
Por otra parte, “Fomentar el uso de indicadores comunes, transparentes y accesibles que permitan conocer el grado de implantación de la economía circular” es una de las acciones incluidas en el Pacto por una Economía Circular. En línea con este compromiso, la Comisión Europea, nos brinda la oportunidad de conocer si estamos realmente avanzando en este nuevo modelo, a través de un nuevo espacio web publicado por Eurostat.
[1] Entidades adheridas “Pacto Economía Circular” – MAPAMA (19-1-2018)
Este espacio de seguimiento es una herramienta de visualización que nos permite analizar el progreso de las diferentes fases que componen el ciclo (producción y consumo, gestión de residuos, materias primas secundarias, y competitividad e innovación), tanto de la UE como de los Estados miembros, y a través de indicadores específicos, valorar las áreas que necesitan más impulso.
No estamos mal, la generación de residuos municipales per cápita se ha reducido un 5% a nivel europeo y un 13% en España. Este dato se afianza con la tasa de reciclaje de residuos de envases (2% Europa, 7% España)[2]. Son datos positivos, aunque se trata solamente de una de las últimas etapas del sistema, se deben enfocar también los esfuerzos en las primeras fases para conseguir logros en todo el ciclo de vida.
De forma complementaría, la Comisión Europea ha publicado la primera Estrategia Europea sobre Plásticos, cuyo objetivo es “proteger el medio ambiente al tiempo que se sientan las bases de una nueva economía del plástico, en la que el diseño y la producción respeten plenamente las necesidades de reutilización, reparación y reciclaje y se elaboren materiales más sostenibles”.
Aunque muchas de nuestras acciones están desde hace años orientadas por el rumbo que marca la economía circular, parece que 2018 comienza con la clara determinación de avanzar en el cambio.
Es alentador ver que el objetivo comienza a ser realmente común y que todos los agentes necesarios para lograr esa transformación empiezan a dirigir sus esfuerzos en la misma dirección.
La propuesta es beneficiosa para todos, creación de empleo y crecimiento económico a la vez que se reducen los riesgos ambientales. Estos aspectos se alinean directamente con las tendencias actuales; los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 propuestos por los estados miembros de las Naciones Unidas (energía asequible y no contaminante, trabajo decente y crecimiento económico, Industria, innovación e infraestructura, producción y consumo responsable, acción por el clima y vida de ecosistemas terrestres).
[2] Datos Eurostat (http://ec.europa.eu/eurostat/cache/infographs/circulareconomy/)
Es fundamental ayudar a las empresas a que fomenten trabajos de calidad, en un entorno eficiente y favorecer aquellas herramientas que les permitan minimizar los impactos negativos a la vez que puedan aprovechar los beneficios que les brinde esta transición a una nueva economía sostenible.