Quizás este momento en el que nuestra industria sufre un grave impacto derivado del COVID 19, sea el momento adecuado para introducir en la resurrección del sector el concepto de sostenibilidad.
La Organización Mundial del Turismo (UNWTO) define como turismo sostenible “el turismo que tiene plenamente en cuenta las repercusiones actuales y futuras, económicas, sociales y medioambientales para satisfacer las necesidades de los visitantes, de la industria, del entorno, y de las comunidades anfitrionas”.
Para entender el impacto del turismo a nivel mundial, es necesario conocer algunos datos clave. Según el Cuadro de Mandos de la UNWTO disponible en su página web, en 2019 un total de 1.462 turistas se movieron a nivel mundial, lo que supone unos ingresos de 1.480 billones de dólares USD. En 2018 el desplazamiento fue de 1.408 turistas, que de desplazaron en avión un 58%, por carretera un 37%, con barco un 4% y con tren un 2%.
En el caso concreto de España, en la publicación del INE “España en cifras 2019” se indica que durante 2018 nos visitaron 82,8 millones de turistas internacionales, que realizaron un gasto de 89.856 millones de euros. Los ingresos del turismo en España suponen un 11,7% del PIB atendiendo a las publicaciones del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. Y no solo eso, sino que también éramos en 2018 el segundo país del mundo que más turistas internacionales recibe según UNWTO, o el país turístico más competitivo en el mundo según el World Economic Forum.
A la vista de estos datos, tenemos muchas personas moviéndose por el mundo por cuestiones de ocio, con diferentes medios de transporte, reportando importantes ingresos en las regiones que visitan. Además de esto, que son los datos oficiales y objetivos, podríamos decir que también tenemos millones de personas visitando diferentes regiones, con costumbres y culturas diferentes, que de forma intencionada o no, están influenciando de alguna manera a esas costumbres y culturas diversas, para bien, o para no tan bien.
En definitiva, es innegable que el impacto del turismo es de gran importancia para el medio ambiente, para las personas, para las administraciones públicas, para los usos y costumbres, para el desarrollo económico y social de las regiones.
Llegados a este punto, el elemento diferencial para un turismo sostenible es que este impacto sume, no reste, que aporte beneficios duraderos y equitativos, de forma respetuosa con el entorno, tanto natural como social, considerando el contexto de las regiones como un bien inmaterial precioso y frágil, donde el beneficio económico sea necesario, pero no una excusa.
Que nadie confunda el Turismo Sostenible con el Ecoturismo, que si bien este último, si está bien dirigido por profesionales auténticos y comprometidos, es un turismo sostenible per se, pero solo alcanza al medio natural. Según la Declaración de Quebec del año 2002, el Ecoturismo abraza los principios de Turismo Sostenible, si bien sus principios específicos son contribuir de forma activa a la conservación del patrimonio cultural y natural, involucrar a las comunidades locales su explotación y desarrollo, interpretar el patrimonio natural y cultural del destino para los visitantes, prestar el servicio a grupos reducidos o viajeros individuales. Así pues, el Turismo Sostenible es un concepto global, que sirve para un alojamiento rural de cuatro habitaciones en la montaña, o para un resort en la playa, o un hotel urbano.
Respecto al Turismo Sostenible, podríamos caer en el error, de pensar que estamos ante una nueva moda pasajera o un reclamo para un tipo de viajero determinado. Nada mas lejos de la realidad. Remontémonos al mes de abril del año 1995, cuando se celebró en Lanzarote la Conferencia Mundial del Turismo Sostenible, impulsada por los principios de la Declaración de Río Sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, y la Agenda 21. Esta conferencia convocada por una comisión formada por diversos organismos internacionales, programas de la ONU y ONGs, culminó en la Carta del Turismo Sostenible, en la que se puso de manifiesto como primer punto que “el desarrollo turístico deberá fundamentarse sobre criterios de sostenibilidad, es decir, ha de ser soportable ecológicamente a largo plazo, viable económicamente y equitativo desde una perspectiva ética y social para las comunidades locales”, e instó a los gobiernos a trabajar en pro del Turismo Sostenible.
Tras diferentes conferencias, compromisos y declaraciones, en el 20 aniversario de la Carta del Turismo Sostenible de 1995, se celebró en Vitoria-Gasteiz en noviembre de 2015, la Cumbre Mundial del Turismo Sostenible, que en sesión plenaria, renovó los compromisos y se integró en los Objetivos de Desarrollo Sostenible adoptados por las Naciones Unidas ese mismo año, emitiendo la Carta Mundial del Turismo Sostenible +20. Los ejes fundamentales de esta declaración se centran en:
- Preservación de nuestro patrimonio común
- Mantener la biodiversidad con el turismo
- Reformular el turismo ante el cambio climático
- Visiones inteligentes e innovación
- Redistribución de la riqueza y buscar la paz
- Alianzas por un futuro sostenible
Así que no se trata de una moda, sino de la continuación de un movimiento refrendado por los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, y que según la propia UNWTO, el Turismo Sostenible debe:
- Dar un uso óptimo a los recursos medioambientales, que son un elemento fundamental del desarrollo turístico, manteniendo los procesos ecológicos esenciales y ayudando a conservar los recursos naturales y la diversidad biológica.
- Respetar la autenticidad sociocultural de las comunidades anfitrionas, conservar sus activos culturales y arquitectónicos y sus valores tradicionales, y contribuir al entendimiento y la tolerancia intercultural.
- Asegurar unas actividades económicas viables a largo plazo, que reporten a todos los agentes unos beneficios socioeconómicos bien distribuidos, entre los que se cuenten oportunidades de empleo estable y de obtención de ingresos y servicios sociales para las comunidades anfitrionas, y que contribuyan a la reducción de la pobreza.
El momento que vivimos actualmente, por pandemia del COVID-19, puede plantear una oportunidad para afianzar los postulados del Turismo Sostenible. La pandemia nos ha obligado a hacer un “reset”. Hemos sufrido una paralización global, y en el resurgir de la actividad turística tenemos la oportunidad de comenzar con más fuerza, convirtiendo la sostenibilidad en el eje motor del turismo, apoyándonos en los postulados de los ODS y la Carta Mundial del Turismo Sostenible +20, haciéndonos partícipes y beneficiarias a todas las partes interesadas, de una actividad turística responsable y más sostenible con el medio natural, social y económico.
Adrián J. Gamón Giner es el Gerente de PRYSMA en la Comunidad Valenciana y experto, entre otros campos, en sostenibilidad
ajgamon@prysma.es