La arquitectura está abrazando también los hallazgos de la neurociencia, ya que entender la influencia de las características de los espacios físicos en las emociones de las personas optimiza los nuevos diseños y se gana efectividad en las sensaciones que se pretende transmitir: bienestar, tranquilidad, libertad, concentración…
La neurociencia aplicada al diseño de espacios físicos aporta además un valor predictivo, ya que se basa en cómo el cerebro interpreta las señales y mensajes que transmite la arquitectura (a través de los colores, la organización del espacio, la iluminación, etc.) y cómo el individuo reacciona emocionalmente (tomando decisiones y adoptando determinados comportamientos).
Las investigaciones demuestran que el cerebro está configurado para reaccionar de determinada manera cuando percibe los estímulos que provienen de los espacios que rodean a las personas. Así, se pueden hacer diseños de interiorismo que aporten más felicidad, reduzcan el estrés, estimulen la creatividad o mejoren la productividad en función de las necesidades de cada cliente (Customer Centric).
También en neuroarquitectura tomamos como base la plasticidad cerebral, ya que el entorno (y la configuración ordenada de todos los elementos que lo componen) modifica la química cerebral, y por lo tanto las emociones, los pensamientos y las conductas.
De hecho, la arquitectura desde siempre ha tenido como objetivo impactar emocionalmente en las personas que visitan los espacios. Por ejemplo, todos los elementos arquitectónicos de las catedrales góticas tenían un simbolismo asociado y pretendían influir en las conductas de las personas (las gárgolas que intimidaban, los altos techos que enfatizaban el poder de lo divino y la insignificancia de los seres humanos, la iluminación estratégica para resaltar los motivos que pretendían ser el reclamo de atención…).
Hoy en día los diseños singulares de Centros Comerciales, edificios emblemáticos, oficinas, establecimientos comerciales… también buscan generar este impacto emocional, por lo que tener en cuenta cómo perciben y reaccionan emocionalmente las personas tiene una gran importancia.
Las herramientas neurocientíficas con las que contamos en la actualidad permiten monitorizar las reacciones y emociones y ayudarnos a entender qué las estimula y qué tipo de elementos las activan.
Así, podemos integrar en los diseños aspectos como la cantidad y proyección de la luz, la altura de los techos, las líneas o ángulos predominantes, las texturas, la integración de elementos de la naturaleza, etc.
La mayor parte del tiempo estamos en edificios, pero no en todos ellos buscamos las mismas sensaciones: a veces nos interesa sentirnos relajados, otras veces estimulados y activados… si trabajamos en proyectos que exigen creatividad e innovación vamos a necesitar espacios que lo estimulen y si trabajamos en proyectos de alta concentración las características físicas y estímulos visuales tendrán que ser completamente diferentes.
Por ello, se pueden analizar con monitorización biométrica las reacciones de las personas para orientar el diseño. Contamos con las siguientes tecnologías que nos permiten acceder a la parte inconsciente y emocional de nuestras mentes:
- Eye tracking: Es un sistema que permite hacer un seguimiento ocular que para obtener métricas de atención visual, generando heatmaps que permiten una interpretación sencilla de los elementos de impacto visuales.
- Facial Coding: Son sofisticados softwares que reconocen las expresiones faciales y decodifican la emoción asociada. Parten de las investigaciones del psicólogo Paul Ekman, que postula que las expresiones faciales de las emociones son universales y tienen, por consiguiente, un origen biológico.
- GRS (galvanómetro) y Cardio: Se mide la reacción emocional a partir de la respuesta galvánica de la piel y el ritmo cardiaco.
- Pupilómetro: Mide la reacción emocional a partir de la apertura de la pupila.
Las aplicaciones de la neuroarquitectura son muy diversas, por ejemplo:
- Propiciar que en los hospitales los enfermos mejoran más rápidamente con ventanales al exterior, presencia de plantas, colores que transmitan positividad…
- Hacer que las oficinas se mejore el rendimiento y reduzca el estrés de la plantilla a partir de un diseño apropiado, creando espacios diferenciados como: zonas de creatividad e innovación u otras de privacidad o concentración.
- Crear espacios comerciales y de ocio confortables para los clientes controlando aspectos como el espacio, la iluminación, techos, colores-texturas o las zonas verdes, el sonido ambiental, temperatura…
En conclusión, la neuroarquitectura es aún una disciplina joven (en 2003 se creó en San Diego, California, una fundación que tiene por objetivo investigar cómo debe ser el diseño del espacio en el siglo XXI para mejorar el bienestar: la Academia de Neurociencias para la Arquitectura – ANFA) pero tiene una amplia proyección de futuro.
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Teresa Pérez. Es la experta en neurociencia de Prysma y trabaja como gerente de consultoría desde la oficina de Barcelona
tperezd@prysma.es