Lastima que EOI nos haya cerrado los blogs de los antiguos profesores (con lo pocos que somos los que nos gusta la tecla). Ahora me traslado con mis cosas al blog de Pryma, eso sí, tan contento. Nos veremos por aquí. Como dicen Les Luthiers : todo tiempo pasado … fue anterior.
Los que me conocen de cerca y tienen mi número de móvil saben que en mi wasap, además de una aguerrida foto invernal en la cumbre de Peñalara, aparece el lema que da titulo al post pero sin l GRIT ni el paréntesis. Ese emblema está tomado de una medalla deportiva, de yudo, sin ningún valor económico, ni si quiera deportivo, pero de gran valor personal, que me ha acompañado a lo largo de mi vida.
La medalla la “ganabas” cuando llevabas tres años acudiendo a las clases del yudo que el entonces capitán Pastor daba en el colegio San Viator. Seguramente alguno de ustedes está asociando violencia-judo-militares-franquismo. Nada mas lejos de la verdad. El capitán Pastor, el “Capi”, era un militar de carrera, orgulloso de su profesión, y como tal amante de la paz. Se negó a enseñarnos las técnicas mas agresivas o a llevarnos a combates fuera del colegio, porque sabía que la agresividad sería un factor seguro. Yo aprendí un yudo armonioso, defensivo, ágil (es cierto que cuando nos peleábamos en clase o en los scouts, me temían por la facilidad con la que conseguía retorcer un brazo a mi oponente e inmovilizarlo), un yudo más moral que deportivo, un yudo que en definitiva educaba en valores.
Una de las muchas lecciones que nos dio “El Capi”, es esta medalla: perseverar para vencer. No hay atajos, no hay enchufes, no hay barreras. Hay solo esfuerzo, paciencia, estudio, lucha y voluntad. Es cierto que en aquella época la colectividad no tenía, apenas, compromisos con el individuo, era la época de “allá cada uno”, pero parece que ahora hemos evolucionado a una sociedad en donde el individuo no tiene responsabilidad alguna sobre si mismo y su futuro y es el colectivo quien tienen que resolverle todas las papeletas. Personalmente prefiero una sociedad del bien estar, solidaria y, porque no, caritativa, pero no veo nada bueno en esa pasividad, en esa traslación de responsabilidad que es, en definitiva, una renuncia a la libertad.

Perdí la pista al “Capi” durante muchos años. En los regresos al colegio que se empezaron a hacer a los 25 años de haber dejado las aulas, no me supieron dar noticias. Esto del Google me permitió encontrar su esquela, fallecido en el año 2013 con el grado de coronel, Don Jose Antonio Pastor Bartomeu, el querido “Capi”. Sus hijos pueden estar orgullosos de la enorme figura humana que representaba su padre y de la tremenda influencia positiva que tuvo en tantos jóvenes viatorianos.
Pero vayamos a hoy. La investigadora estadounidense Angela Duckworth, ha publicado un libro titulado “Grit”, un neologismo sin traducción directa al castellano, que es para su creadora la palanca del éxito de los triunfadores (perdón por la palabrita, porque creo que puede despistar a las “personas normales” como yo mismo) y que combina la pasión y la, ahí está, la perseverancia.
Sus investigaciones se han basado, en otros casos, en el estudio del grado de éxito de los cadetes de la academia militar de West Point, en donde solo entran los mejores, pero que tiene una tasa de abandono de un 20%. Su conclusión es que aquellos que lo consiguen, se caracterizan por que saben que quieren (la pasión) y tienen una gran tenacidad (la perseverancia)
Es fácil ver que en la ecuación no hay un factor: la prisa (ojo, no se debe confundir con la agilidad, con #AGILE). Esta sociedad nuestra que cree que todo debe de ocurrir a gran velocidad, que los éxitos son resultado de un minuto de genialidad (si te metes en un garaje a pensar y en media hora no eres como Steve Jobs es que eres tonto o que la sociedad es injusta…) y de mucho trabajo y mucha equivocación, se deja mecer en los dulces brazos de la colectividad y de su supuesta obligación de atender nuestras necesidades.
Un aspecto del grit que me gusta mucho es que no es un factor genético, ni siquiera innato, es algo que se puede aprender y desarrollar. Lógicamente me imagino que, como tantas otras cosas, se aprende mejor y con más facilidad en la infancia que en la edad adulta, pero siempre se puede aprender. La pasión es modulable, es decir, podemos tener más o menos, siempre que seamos capaces de movilizarnos a nosotros mismos expulsando la desidia de nuestro espíritu. La tenacidad es, creo, una cuestión de ver el tiempo en la escala real humana y no en la escala de nuestro hedonismo.
Este grit requiere sin duda de un grado de resiliencia elevado, para que el error, el retraso, el daño colateral no sean definitivos.
No creo que nuestra clase política haga mucha publicidad del grit, porque preferimos que nos inunden los oídos de placebos y no nos gusta nada que nos digan verdades. Pero que lo políticos no lo hagan no quiere decir que nosotros no lo hagamos. Por lo menos con lo que queremos.
Y lean, el libro, lo ha publicado la editorial Urano.
Serafín Carballo es el director de la División de Consultoría de PRYSMA. Escribe cosas en ocasiones.
scarballo@prysma.es