La neurocreatividad consiste en aprovechar el conocimiento de los principios de funcionamiento del cerebro para activar y potenciar el pensamiento creativo.
Desarrollar la creatividad es un reto para el cerebro: el esfuerzo mental que implica salir de la zona de confort, del universo conocido y crear de la nada una nueva idea, concepto, producto o servicio es enorme… y además fluye eminentemente de la parte subconsciente de nuestras mentes.
Me sorprende siempre que algunas personas se declaren abiertamente “poco creativas” y piensen que no están en posesión de esta capacidad considerada por muchos como “mágica” y a la que se le atribuye el carácter de innata. No es cierto. Todos tenemos potencial creativo gracias a la plasticidad del cerebro, si no fuese así los humanos nos hubiésemos extinguido hace mucho tiempo.
Evolutivamente podemos constatar que los niños son tremendamente creativos, dado que aún no han desarrollado los modelos mentales que luego van moldeando las reglas de la sociedad, la educación o las experiencias socializadas. A medida que vamos creciendo, la exposición a modelos sociales y la educación van haciendo que nuestro pensamiento creativo vaya disminuyendo y nos cueste menos aceptar las normas y formas establecidas de hacer las cosas que desafiarlas con nuevas ideas o propuestas.
No nos hace falta un hada madrina que nos otorgue el don de la creatividad, pero lo sí que nos puede resultar de gran ayuda es un entrenamiento en neurocreatividad y en el uso de diversas técnicas y herramientas que contribuyen a la aceleración de la innovación.
Os propongo hacer un ejercicio práctico de introspección que consiste en los siguientes pasos (os recomiendo no seguir leyendo este artículo hasta haber finalizado el ejercicio para que podáis hacer previamente vuestras propias reflexiones):
- Pensad en aquellas experiencias en las que habéis tenido que hacer uso del ingenio, la imaginación y habéis conseguido ser creativos.
- Anotad los detalles en un papel con estos contenidos para cada una de las experiencias:
- ¿Cuál fue la idea creativa/la innovación?
- ¿Por qué tuve que desarrollarla? ¿Cuál fue el desencadenante?
- ¿Cuál/es era/n las circunstancias o el contexto?
- ¿Tuve que esforzarme o me resultó muy sencillo?
- ¿Qué cosas me ayudaron?
- ¿Qué obstáculos encontré?
- ¿Cómo se desarrolló el proceso creativo? ¿Qué sucedió? ¿Qué pasos/hitos/etapas sucedieron?
- ¿Cómo reaccioné emocionalmente en cada etapa?
- Releer y extraer conclusiones y elementos comunes de estas experiencias.
- Y no sigáis leyendo este artículo hasta haber acabado.
¿Habéis llegado a la conclusión de que todos podemos desarrollar nuestra creatividad y las claves de cómo hacerlo?… Espero que sí y si no es así espero convenceros en las próximas líneas.
Supongo que la mayoría estaréis de acuerdo en que casi siempre que activamos la innovación el desencadenante o punto de partida es la respuesta a un reto complejo, que no es posible solventar con los procesos o las herramientas que dominamos. El mundo empresarial, hoy más que nunca, se está enfrentando a un entorno VUCA donde predomina la hipercompetitividad y los rápidos avances tecnológicos. Todo ello hace que la innovación sea una cuestión de supervivencia.
Es por esta razón por lo que cada vez las compañías están demandando profesionales con alta capacidad innovadora con habilidades para gestionar el cambio continuo de forma ágil y eficiente.
En consecuencia, el primer paso para activar la innovación es atreverse a plantearse retos y objetivos ambiciosos.
También creo que muchos de vosotros habréis llegado en el ejercicio a la conclusión de que el esfuerzo empleado hasta llegar a la innovación desarrollada fue colosal. En efecto, desde las enseñanzas de las neurociencias podemos deducir que generar nuevas ideas implica producir cambios en las estructuras lógicas de las redes neuronales o modelos mentales, lo cual va en contra de la economía de gasto energético del cerebro.
En este otro post comenté cómo dejar de ir en piloto automático y activar la flexibilidad cognitiva que os puede dar más pistas de cómo ir a contracorriente para activar el pensamiento lateral.
Si releéis vuestras respuestas a la pregunta sobre las reacciones emocionales durante el proceso creativo probablemente muchos habréis contestado que la carga emocional fue intensa y las emociones fuero variando cual montaña rusa a medida que experimentabais fracasos y éxitos. La gestión emocional durante el proceso creativo es muy importante, ya que hay emociones que ayudan y otras que entorpecen la consecución de los objetivos. Una recomendación para potenciar la innovación es la toma de consciencia del impacto que tienen las emociones en lo que pensamos y lo que hacemos.
Me atrevo a pronosticar también que entre las cosas que os ayudaron en el proceso creativo se encuentra el buscar nuevas ópticas del problema considerando los puntos de vista de personas muy diversas: consultando a amigos, compañeros, profesores…
La hibridación de equipos (el mestizaje por disciplinas académicas, género, edad, creencias, orígenes…) en entornos empresariales es un buen germen para la afloración de innovaciones, ya que obliga a visualizar los corsés de los modelos mentales que tenemos instaurados como individuos y a romper los límites que frenan nuestra creatividad.
Una de las técnicas más conocidas para enfocar un problema desde diversas perspectivas es la de los seis sombreros de pensar de Edward de Bono. El autor propone abordar los problemas pensando con distintos sombreros que simbolizan seis direcciones de pensamiento.
La desinhibición (generando ideas “a lo loco” a partir de gamificación o role playing, es decir, jugando a ser otras personas que piensan diferente) también permite a las personas abrirse a pensar fuera de caja sin miedo a ser juzgados.
Algunas personas también pueden haber desarrollado sus innovaciones a partir de inspirarse en soluciones que funcionan en otros ámbitos, mercados o mundos. Por ejemplo, la invención del desodorante en roll-on se inspiró en el principio de funcionamiento del bolígrafo.
Y por último, pero no por ello menos importante, creo que entre vuestras reflexiones estará el sentir que durante el proceso de creación vuestra capacidad de atención en relación con el reto o problema se hizo mucho más sensible. Nuestro sistema activador reticular ascendente (SARA), que es un área del cerebro relacionada directamente con el sistema de atención inconsciente, se activa en el momento en que empezamos a “darle vueltas a la cabeza” para resolver un problema. Así, la percepción selectiva ayuda a ver posibles soluciones. ¿No os ha pasado que cuando esperabais un bebé empezasteis a ver embarazadas y bebés por todas partes? El SARA estaba detrás de todo ello.
¿Qué ocurre en el cerebro durante el proceso creativo?
Hay que desmontar el mito de que la creatividad emana del hemisferio derecho. En realidad, los últimos estudios neurocientíficos demuestran que el cerebro funciona como un todo y las conexiones de ambos hemisferios son constantes.
Existen investigaciones realizadas en el Dartmouth College de Estados Unidos en las que se han descubierto 3 redes neuronales que intervienen en los procesos creativos:
- Red de la atención ejecutiva: Que se activa cuando se requiere un gran enfoque de la atención para realizar actividades como resolver problemas complejos y tomar decisiones.
- Red de la imaginación: También denominada Default Network. Se activa cuando imaginamos perspectivas alternativas y nuevos escenarios.
- Red de relevancia (salience): Se encarga de monitorizar los eventos externos y la corriente interna de la conciencia y es utilizada para discernir la importancia de una cosa.
En conclusión y como ideas claves:
- Todo el mundo puede ser creativo e innovador
- La plasticidad cerebral permite entrenar habilidades para la creatividad
Si necesitas más ayuda, nuestros consultores de Prysma actúan como verdaderos catalizadores de la innovación ofreciendo consultoría para dinamizar sesiones con directivos y equipos de desarrollo en los que se trabaja en base a los retos planteados utilizando una amplia variedad de técnicas creativas.
Teresa Pérez es gerente de la división de consultoría de PRYSMA en la oficina de Barcelona y es nuestra psicologa experta en neurociencia.
tperezd@prysma.es