Las organizaciones y en especial los órganos de Gobierno y Alta Dirección deben incluir mecanismos que garanticen una toma de decisiones ética que elimine cualquier riesgo que pueda ser penalizado por sus stakeholders.
Los órganos de Gobierno y Alta Dirección no solo deben caracterizarse por su “buen hacer” sino que tienen la obligación de ser totalmente transparentes y comunicarlo. Solo seré considerado como “ético” cuando lo sea y además lo parezca, por ello no podemos conformarnos con una gestión tradicional y debemos adoptar un enfoque preventivo y proactivo que se integre en todos nuestros procesos empresariales.
El nuevo enfoque debe actuar en la identificación de riesgos reales y potenciales propios de mi organización y característicos de mis órganos de gobierno, para después actuar minimizándolos o mitigándolos cuando sea posible y estableciendo un seguimiento continuo. Si este nuevo enfoque lo acompañamos de la transparencia y la comunicación adecuadas, conseguiremos ser reconocidos por nuestros stakeholders.